World champion snowboarder, Ester Ledecká, won a gold medal in the women’s Super-G event, then a week later won gold in the Snowboard Parallel Giant Slalom. To put it briefly, she made history. The…
Querida poesía,
Para escribirte me hiciste primero torpe en algunas cosas: la danza, cualquier deporte que requiera fondo, la agilidad en general, la socialización, la cocina, algunas formas de amor… Después me hiciste mirarlo todo con atención y creerme maga. Creerme capaz de extraer la belleza de los instantes más tristes y feos en este sucio norte. Jugaste con mis expectativas.
Después de muchos años cerca y lejos de ti, creo he empezado a entenderte, o a intentar con ganas tener una buena relación contigo.
Ahora sé que escribirte no es, como dicen muchos, desnudarse. Escribirte es sincerarse, vaciarse poco a poco hasta quedar como un solar de una ciudad que te da miedo. Escribirte es pedalear en una bicicleta que chatarrea, que resbala en un paseo mojado. Paras para tratar de arreglarlo. Lo consigues o no. Pero te paras demasiado, te distraes.
Escribirte es saber cerrar un capítulo de tu vida. Cerrarlo, ponerle un punto final y empezar otro. Escribirte es pasear por una calle paralela, en la que nunca habías estado, y descubrir que no llega a la transversal que esperas. ¿Cómo es posible? Escribir es no encontrar la llave y pensar que sabrás qué hacer cuando la encuentres. No tener miedo. Mancharse las manos a menudo.
Escribirte es calcular, despedirse de muchas cosas. Sincerarse. Mirar todo lo que sucede en esa calle paralela, y no, no inspira la gente fumando en los portales, no es bella la ese que dibujan por la carretera mujeres ebrias, no es un posible personaje el hombre que rebusca en la basura mientras sujeta su carro con la otra mano.
Escribir es tener miedo de perder pronto lo que ha pasado por tus ojos en los últimos días. Escribirte es no querer ordenar en tu mente los pocos días que te quedan para irte de un lugar, pensar en lo que lo echarás de menos.
Escribirte no es nombrarlo todo, no es describir lo inefable ni transformar en tinta una intuición. A veces no puedes llevarte nada. Poesía es quizá lo que dejas.
No quieres escribir sobre la noche cayendo más lenta en julio, ni sobre las estatuas solitarias bajo las farolas tenues de la calle Jókai. No vas a escribir sobre la lengua húngara saliendo de las esquinas como un aspersor que suelta desviados borbotones. Porque escribir y escribirte no es eso. Es darte cuenta de que tienes que sincerarte. Es decir: esto me ha hecho daño. Pero de otra manera.
Prometo escribirte algún día.
Ángela Arambarri Ateca (1994, Santander). Estudió filología y en los últimos años se ha dedicado a la enseñanza de español como segunda lengua y literaturas hispánicas. Su libro Ritmo y Demora fue primer premio de poesía José Hierro 2018. Colabora con revistas literarias como Anáfora y Clarín y escribe en la revista cultural Amberes. Actualmente reside en Santander.
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